Economía

España liderará el crecimiento de la UE pero seguirá a la cola en productividad

  • La rebaja de los tipos y el aumento de la ahorro y de la confianza impulsarán el consumo de los hogares
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo | EP

España encara 2025 con el reto de consolidarse como una de las principales economías avanzadas. Los números así lo dictan. El Banco de España sitúa el crecimiento del PIB del año que viene en el 2,5%, tres décimas por encima al previsto por el FMI para Estados Unidos, convertido ahora su principal competidor; y lejos del 1,8% que los de Kristalina Gueorguieva otorgan a la media de los países occidentales. Las distancias serán mayores dentro de la zona del euro, pese a que España sigue muy lejos de las tasas de productividad comunitarias.

Las que fueran las grandes locomotoras continentales, Alemania y Francia, no logran levantar el vuelo tras el estallido de la guerra en Ucrania. Berlín, que no ha dejado de coquetear con la recesión durante los últimos meses, no logrará crecer más de un 0,2% el próximo año, según el Bundesbank. La economía francesa apenas lo hará un 0,8%, "lastrada por el ajuste fiscal" que se verá obligada a acometer, según reconoce la Comisión Europea en su informe de previsiones de otoño. Al letargo de la actividad gala y alemana, se suma una inestabilidad política que ha llevado a Macron a nombrar a su segundo primer ministro en seis meses, y a Olaf Scholz a fracturar su Gobierno, perder una moción de confianza y adelantar elecciones al 23 de febrero.

El vació lleva tiempo siendo ocupado por España. Nuestra economía ha sido la que más ha crecido de la zona del euro, tanto en 2023, como en este 2024. De hecho, en el tercer trimestre, el PIB español creció cuatro veces más de lo que lo hizo la media de la Unión Europea. En 2025 repetiremos el podio. El FMI y la Comisión Europea sitúan la ventaja española en un punto frente a la comunitaria, que avanzará en torno al 1,3%. Otras entidades elevan la diferencia hasta los 1,3 puntos, como hizo esta semana el Banco de España. "El consumo privado será la rúbrica con una mayor aportación al avance de la actividad a lo largo del horizonte de proyección", afirma la institución presidida por José Luis Escrivá. Detrás de la previsión se encuentra el incremento de la renta disponible, la evolución del empleo y un aumento de la confianza de los hogares capaz de desatar el impulso comprador estimado para los próximos meses. CaixaBank coincide. La entidad mete en la coctelera la desescalada de los tipos de interés, el fin de las presiones inflacionistas, el ahorro acumulado y el dominio de los salarios en su pulso contra el IPC para pronosticar "una ligera aceleración del consumo privado" sostenido por una recuperación del poder adquisitivo.

La gran debilidad española

No obstante, no todos los números soplan a favor. La tasa de crecimiento de España oculta varios desequilibrios que se harán notar durante los próximos meses, y que deben corregirse para afianzar un alza sostenida del PIB en el medio plazo.

La economía arrastra un grave problema con la productividad. El indicador no ha dejado de caer a lo largo del año que está a punto de terminar lastrado por la debilidad mostrada por la inversión. "Un déficit crónico de inversión plantea dudas acerca de las perspectivas de recuperación de la productividad, talón de Aquiles de la economía española", reconoce Funcas. Para corregirlo, el FMI reclama reformas estructurales que permitan a las empresas crecer más allá de las fronteras españolas en aquellos sectores con mayor proyección. Un desequilibrio que el Ejecutivo trata de atajar a través del aterrizaje de los fondos europeos, pero que –no obstante- demanda de algo más. Los de Gueorguieva piden a la Comisión Europea profundizar en el mercado único comunitario. De hecho, Mario Draghi insistió en ello dentro del informe publicado el pasado septiembre. "Los países individuales son demasiado pequeños para hacer frente a nuestros retos", dijo el italiano. España, en esto, pierde el pulso en la UE.

Tan solo tres CCAA registran cifras similares a las marcadas por la media de los países comunitarios, según un reciente informe del Consejo General de Economistas (CGE). País Vasco supera la tasa por poco, Navarra y la Comunidad de Madrid empatan, pero el resto de las regiones españolas están lejos de la marca europea con Murcia, Extremadura y Canarias a la cabeza. "España es el quinto país de la Unión Europea con menor aumento de la productividad real, retrocediendo en términos relativos y evidenciando su incapacidad de mejorar sustancialmente y de manera continuada la eficiencia productiva", apunta el informe. Entre los años 2013 y 2022, el indicador en España creció el doble de lento de lo que lo hizo en el resto de los países comunitarios. El diagnóstico sigue discutiéndose. El Gobierno encargó hace meses a un grupo de expertos encontrar soluciones para corregir este desequilibrio, pero los trabajos avanzan lento. El Consejo de la Productividad no se reunió hasta finales del pasado noviembre, y lo hizo para establecer las líneas de trabajo. No esperan conclusiones hasta bien entrado el año 2025.

El sector exterior no aportará

Los desafíos asedian también desde fuera de las fronteras. El Banco de España advierte de que la aportación de la demanda exterior al crecimiento no ha dejado de retroceder durante los últimos meses, y será prácticamente nula el año que viene. "El sector exterior, que explicó algo más de un tercio del aumento del producto en 2023, tuvo una contribución cercana a cero en el segundo y el tercer trimestre de este año", explica el regulador en su informe de previsiones. Detrás, se oculta la debilidad manifiesta de la Unión Europea, y el letargo de su actividad durante 2024.

La presión podría ser mayor, si el presidente electo de EEUU, Donald Trump, cumple su amenaza y establece una dura política de aranceles que involucre al viejo continente. "Un hipotético aumento generalizado de los aranceles previsiblemente presionaría a la baja la actividad económica y al alza la inflación a escala global", recuerda el Banco de España. A ello, se añade la incertidumbre geopolítica a la que el mundo se ha acostumbrado, desde el estallido de la guerra en Ucrania, y muy especialmente, en Oriente Medio. También amenaza a España la inestabilidad política y financiera de los grandes del euro. "Una mayor incertidumbre sobre las políticas económicas presentes y futuras derivada de la inestabilidad política y de las dudas sobre la sostenibilidad de las cuentas públicas en Francia, y de la inestabilidad política y de la debilidad económica en Alemania, presionaría a la baja tanto el crecimiento económico como la inflación en estos países, y, por efecto arrastre, también previsiblemente en España", apunta el departamento de análisis de la institución presidida por Escrivá.

Dependencia de los 'NextGen'

De vuelta a casa, también preocupa el bajo rendimiento de la inversión. La formación bruta de capital fijo es el componente que menos terreno a recuperado desde el estallido de la pandemia. No obstante, tal y como prevé el Gobierno, la tendencia podría cambiar a partir del próximo año. El mayor despliegue de los fondos Next Generation, permitirá que el indicador eleve su aportación al PIB. También ayudarán la mejora de las condiciones de financiación esperada tras la desescalada de los tipos de interés por parte del BCE.

No obstante, 2025 será el año en el que los fondos europeos alcancen su mayor influencia sobre la economía española. El Gobierno prevé que la financiación comunitaria tenga un impacto de tres puntos porcentuales sobre el PIB del año que viene. En concreto, 1,7 puntos serán consecuencia de las reformas aprobadas durante los últimos años. Moncloa espera que entre enero y diciembre se creen 368.000 nuevos puestos de trabajo gracias al rendimiento de la reforma laboral. Por otro lado, las inversiones desplegadas gracias a los NextGen aportarán 1,3 puntos al PIB, según los números que maneja el ministerio de Economía.

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